lunes, 2 de mayo de 2011

El rugby, encanto y furor tras las curvas de su pelota ovalada


Por: Giovanny Antonio Muñoz Ortega
Correo electrónico: giovannymunozo@gmail.com
@gmunozo
    Acción, adrenalina, dolor, resistencia pero mucha diversión. Estas son algunas características de uno de los deportes más populares de las últimas 18 décadas en el mundo, el Rugby. En Medellín es una novedad, un deporte que cada vez gana más adeptos, para quienes las implicaciones y riesgos que tiene su práctica no importan con tal de obtener 80 minutos de emoción.

    Éste es un deporte que trasciende fronteras, originario en los países anglosajones: Australia, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido y finalmente llegando a nuestra región. Países como Argentina, con su equipo Los Puma, son la cuota suramericana en los grandes certámenes internacionales. Colombia cuenta con su seleccionado, Los Tucanes, conformado por los mejores jugadores del país, radicados en las ciudades de Bogotá, Valle del Cauca, Santander, Bucaramanga y Medellín.

    Desde el año de 1993, el Rugby se practica en nuestra ciudad, gracias a la iniciativa de Hans Rausch y Carlos Andrés Montañés, estudiantes colombianos en aulas americanas, quienes, al aprender la técnica en el exterior, regresaron a nuestra ciudad para darle vida a este deporte. Seleccionados de la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional de Colombia, colegios de origen europeo y americano, entre otros, incursionaron este deporte, y con el paso del tiempo se perfila como una de las grandes disciplinas deportivas en la ciudad, vinculando en sus formaciones, más jugadores y seguidores.

    Según la Federación Colombiana de Rugby, en la ciudad de Medellín actualmente existen 24 clubes, de los cuales, 45 equipos están en competencia, conformado así un total de 3.000 deportistas en todas las categorías: infantil, juvenil y mayores; pertenecientes a ambas ramas, femenino y masculino.


    El rugby con sello paisa
    El deportista Antioqueño se caracteriza por su disciplina, alta competitividad y rendimiento, siendo los más apetecidos en diferentes eventos nacionales e internacionales”. Así lo asegura Andrés Roberto Gómez Castaño, presidente de la Federación Colombiana de Rugby, quien desde el año de 1993, es testigo de cómo el Rugby incursiona en la ciudad de Medellín, siendo la pionera a nivel nacional, gracias a sus jugadores quienes han demostrado tener todas las agallas para promover esta práctica. “Tenemos un terreno abonado y son las universidades, gracias a ellas se promueve la práctica del rugby a nivel local y nacional, pero nuestro verdadero éxito lo atribuimos a la inclusión de los menores de edad, aquellos niños y jóvenes que están en el colegio, dándoles a conocer que hay un deporte diferente al fútbol, más emocionante y fructífero”, asegura el dirigente Gómez, considerando que el mayor atractivo para los jóvenes es la práctica de un deporte serio, conservador de tradiciones y valores, valores como el respeto, la tolerancia, la educación y ser en todo momento caballeros dentro y fuera de la cancha. “Gracias a los programas de escuelas populares, al apoyo del Inder, Indeportes Antioquia, la Alcaldía de Medellín y la empresa privada, cada vez tenemos más niños y jóvenes interesados en practicar y jugar al rugby, siendo los grandes talentos a mediano y corto plazo”.

    El Rugby es magia, pasión y respeto, concluye Andrés Gómez, teniendo la firme convicción que el 2011 y los próximos años, serán fructíferos en la práctica de este deporte. Es por ello que Medellín es la capital del Rugby, con una inversión de aproximadamente $7.000 millones de pesos, cuenta con la única cancha pública en Colombia, acondicionada técnicamente bajo las normas de la International Rugby Board (IBR – Comisión Internacional de Rugby, según sus sigla en ingles) para la práctica de este deporte, demostrando su gran ambición y compromiso para seguir siendo los pioneros en este deporte.

    Mi experiencia con la Ovalada
    Tras realizar un exhaustivo rastreo a este deporte, es difícil no dejarse cautivar, el temor está latente, pues un mal golpe puede ser fatal, pero la descarga de adrenalina no quedaría nada mal. Es por eso que a mis 30 años, quise tener mi propia experiencia con la ovalada, para confirmar que se siente ser un gladiador en la cancha, un toro para mi contendor y un gran amigo para los compañeros de equipo.

    El rugby es un deporte
    de contacto, para ser más puntual, es como jugar Fútbol Americano pero ‘desnudo’, sólo con guayos y protector dental. A pesar de ello estaba dispuesto a esquivar todo tipo de golpes, correr como loco, hacer pases hacia atrás tratando de llegar al fondo de la cancha y marcar un Tray (Gol que equivale a 5 puntos), bloquear (Tacklear) al adversario, si es que se le puede llamar bloquear, más fácil sería decir tirársele encima, sin importar si éste se golpea o en el peor de los casos se fractura, lo importante es no dejarlo avanzar.

    Me puse en contacto con Rubén Castrillón, entrenador del equipo “Los Duendes”, en su sede ubicada en la Unidad Deportiva de Belén. Tras una conversación telefónica en la cual le planteaba todas mis inquietudes y temores con respecto a la práctica de éste deporte, finaliza diciendo: “¡Hermano no se preocupe, lo único que se necesita son ganas!”.  Contento, seguro y motivado, me fui en la búsqueda de adquirir los pocos pero indispensables implementos deportivos para el entrenamiento: protector dental, guayos, medias, pantaloneta y camiseta; claro está, en todo momento escuchaba aquel zumbido al oído que me decía “¿Está seguro de jugar esto?”.

    Haciendo caso omiso a la voz de mi conciencia, portando cada uno de mis implementos deportivos, parco y agresivo, me encontraba en la cancha esperando la llegada de los demás compañeros. Con la adrenalina fuera de sus niveles normales y en medio de la espera, recordaba y recreaba en mi mente diversas situaciones de juego a partir de lo que había visto todas las mañanas de domingo en ESPN.

    Siendo las 07:00 PM, fueron llegando los que iban a ser mis compañeros de entrenamiento, y a medida que arribaban yo los clasificaba: “Éste es un chiquitín, no creo que me gane. Éste sí está bien grandote, creo debe dar bien duro”. Con una actitud egocéntrica me creía el más grande, fuerte, agresivo, acuerpado e invencible, estaba más que dispuesto a tacklear, a que se dieran cuenta quién era Giovanny Muñoz, ganándome la confianza y lo más importante, el respeto de mis compañeros.

    El entrenador era Rubén Castrillón, un tipo enorme, de casi 1.90 metros de altura y unos 100 kilos de peso; al verlo tragué en seco y pensé “Este man me vuelve trizas”, y aquel zumbido al oído salía nuevamente a flote “¿Está seguro de jugar esto?, estás a tiempo de decir ¡NO!”.  Tras dar vida a un silbato comenzó el entrenamiento: veinte vueltas a la cancha de fútbol, flexiones de pecho, abdominales, corra en picada, vaya al fondo, que vuelva, que rollitos, que tírese, que párese, y al cabo de dos horas mis pulmones desconocían el significado de la palabra oxígeno. Agotado y con lo poco de conciencia que me quedaba sólo pensaba “Quién me manda a tomar tanta cerveza, pero que va, a fin de cuentas ¿Quién dijo miedo?”.

    Desde mis adentros, con un ejercicio de auto motivación, fingiendo estar intacto, pero en el interior hecho polvo, nos disponíamos a jugar. Con una pelota ovalada, la cual es un poco más grande que la pelota de Fútbol Americano y mucho más compleja dominarla, tras acatar las  instrucciones del entrenador y un largo pitazo se da inicio a mi primer partido de rugby. Mientras escuchaba las voces de los compañeros impartiendo órdenes, utilizando palabras todas con extranjerismos: Tackle, Scrum, Try, Maul, Free pick, Off-side, sólo pensaba: “No entiendo ni un carajo”, pero a pesar de no entender nada algo tenía claro, cuando tuviera la pelota debería correr como un loco dispuesto a chocarme contra un muro. Recepcionando el pase de uno de mis compañeros y recapitulando todo lo poco o mucho que había aprendido, comencé a correr, deseoso de anotar un Try para mi equipo y finalmente convencerme de que estaba hecho para este deporte, tan solo había avanzado dos metros cuando mi cuerpo quedó plantado en el piso sin conciencia y con diez gorilas sobre mis espaldas forcejeándose, unos por proteger el balón y otros por querer conseguirlo, no sabía en dónde me encontraba, sólo veía a ras de la cancha de arena el calzado de aquellas bestias cuando pisaban mis extremidades y exprimían el poco aire que quedaba en mis pulmones, y por mi parte lo único que hacía era proteger el balón con una mano y con la otra mi cara. 

    Tres horas de entrenamiento fueron suficientes para salir golpeado, con morados en los brazos, las piernas laceradas, sin una gota de energía, hasta con un golpe en la cumbamba, que ni la cara bien librada salió; pero comprendiendo que era el rugby, y como suelen decir quienes lo practican: “Este es un deporte de bestias jugado por caballeros”, y comparto este lema, pues a pesar de lo agresivo y hasta bestial, es un deporte que se vive en un entorno de camaradería, de respeto y finalmente de grandes lazos de amistad.

    Al final de la jornada, estando en casa tirado en un sofá, con una incapacidad de por vida, vuelve aquel zumbido a mi oído que finalmente me dice: “¡Se lo dije!”.

    lunes, 14 de febrero de 2011

    Tras la búsqueda de mi propia experiencia Starbucks


    Por: Giovanny Antonio Muñoz Ortega
    Correo electrónico: giovannymunozo@gmail.com
    @gmunozo
    Definir cuál es la estrategia implementada por Startbucks para tener éxito en la comercialización de bebidas cafeinadas es difícil y más aún cuando son varios los factores o principios, como bien lo definen ellos, cinco principios para convertir lo ordinario en extraordinario:

    1. Hacer propio el negocio
    2. Todo tiene importancia
    3. Sorprender y deleitar
    4. Aceptar la resistencia
    5. Dejar huella


    Teniendo claro estos principios para la prestación del servicio, hay otros factores que contribuyen a la exitosa experiencia:

    El Barista
    Es la persona encargada de preparar cada uno de los diferentes productos que hacen parte de la carta o portafolio de productos. Es la persona que tiene en primera instancia la oportunidad de identificar las cualidades, estados de ánimo y demás necesidades de los clientes, de tal modo pueda sorprender por medio de un producto o atención personalizada. Para los Baristas, gerentes y demás personal de los establecimientos, tienen claro que la razón de ser no es vender café, es sorprender y servir a cada uno de sus clientes mientras sirven café, generando acciones y reacciones de modo particular, creando un estrecho vínculo entre los clientes, los empleados y la compañía.

    Los Socios
    Una de las principales cualidades de Starbucks como compañía es el sentido de pertenencia que genera en cada uno de sus empleados. Este sentido de pertenencia se atribuye a que el empleado es partícipe como accionista de la compañía, adquiriendo la figura de socio; siendo así un beneficiado en todos los ámbitos ante el vertiginoso crecimiento de la compañía en los diferentes mercados bursátiles nacionales e internacionales.

    La Comunidad
    Tener en el barrio o localidad un café perteneciente a Starbucks representa imagen, categoría y orgullo. Para Starbucks estar ubicado en el corazón de un barrio o localidad es la oportunidad de estar mucho más cerca de cada uno de sus residentes, es la oportunidad de llegar a sus gentes no solo vendiendo café sino también teniendo sentido de colaboración, retribución, apoyo y respaldo hacia una comunidad, mediante diferentes actividades voluntarias no remuneradas ni lucrativas, posicionando a Starbucks como una empresa socialmente responsable.


    Tras la búsqueda de mi propia experiencia Starbucks

    Luego de leer La Experiencia Starbucks quedo con la inquietud y la expectativa qué una empresa con una atención tan preferencial, única y memorable pueda llegar a existir; por ello, realicé un rastreo con personas que por su oficio han tenido la oportunidad de conocer un Starbucks y esta es la evidencia de su experiencia adquirida.

    Carolina Quintero - Ejecutiva de Cuenta UNE
    "Tuve la oportunidad de conocer Starbucks en New York, personalmente no me gustó, es un lugar donde la gente es muy light y se cree muy refinada por el hecho de exhibir y presumir con un vaso o mugg con el logo de Starbucks. Los productos no tienen nada de innovador, por lo tanto es lo mismo que puedo encontrar en un Juan Valdez. Los locales son muy bonitos, propicios para compartir y departir con los amigos, de igual forma hay conectividad Wifi pudiendo estar conectada en mi computadora y trabajar mientras tomo un café. El servicio por parte de los meseros y el barista no tiene nada de innovador o especial, se limitan a servir y a vender sin ningún tipo de valor agregado o novedad. La verdadera experiencia Starbucks está condicionada a la cultura del país donde se encuentre, lo digo por lo vivido en Chile, donde la cultura del latino es totalmente diferente a la del americano, allí había más apertura, cordialidad, atención y gusto por servirle. En general la gente solo compra en Starbucks con la intención de obtener reconocimiento y estatus".

    Ángela Álvarez  Soto - Ejecutiva de Cuenta UNE
    "Para mi Starbucks es lo mismo que Juan Valdez pero a mayor escala, la atención y servicio no tiene nada de especial o diferencial, excepto su carta de productos, todo es realmente delicioso y en especial el Frapuccino, que en comparación con Juan Valdez sería un Nevado, por lo tanto a la hora de la verdad no hay nada que envidiar a Starbucks a sabiendas que en nuestra ciudad tenemos a Juancho Valdez".

    Ante este contraste de opiniones donde queda en tela de juicio aquella tan inolvidable y memorable experiencia Startbucks a partir de un servicio diferencial, visité lo más cercano y parecido a Startbucks en nuestra ciudad y es Juan Valdez Café, siendo esta es mi experiencia:

    Lugar: Juan Valdez Café, Centro Comercial Los Molinos
    Fecha: Martes 14 de febrero de 2011
    Hora: 18:00 hr

    Era mi primer vez que iba a un Juan Valdez Café, allí estaba con todas las expectativas esperando recibir igual o mejor atención de la que tanto se menciona en el libro Experiencia Starbucks: un vaso marcado con mi nombre, la satisfacción de saborear el mejor café del mundo, sonrisas por todas partes y la alegría de saber que a la hora de pagar todo me saldría gratis. Al llegar al lugar solo veo un simple cafetín, muy parecido a tantos que hay en la ciudad, iluminación tenue, una sombría decoración, mesas normales más no un cómodo sofá, una barra donde está la niña que prepara los cafés donde asumí que era la barista, rodeada de una robusta máquina para preparar café expreso, mucho material merchandising y algo de publicidad donde sobresale la imagen de Juan Valdez y Conchita su mula.

    Luego de estar 10 minutos fuera del local a la espera de una mesa, finalmente puede ocuparla, observando, no deslumbrado pero si decepcionado, todo el lugar que me rodeaba mientras esperaba la llegada de la mesera que nunca llegó, de hecho, nunca se acercó para saludar y tomar mi pedido, por lo que me correspondió abordarla indicándole que estaba a la espera del servicio, ella, escuetamente indica que no hay servicio a la mesa: “es autoservicio”, que tenía que acercarme a la barra para que tomaran mi orden y allí mismo se realizaba la entrega de mi pedido. Algo molesto en vista que tenía que pararme luego de haber asegurado mi mesa, me acerco a la barra, carta de servicio no había, solo una valla donde están todos los productos, me sentí como Conchita, toda una mula  por no saber diferenciar cada uno de los productos, cuáles eran sus características y cuál era aquel producto estelar que se asemejaba al Frapuccino.

    La barista con un rostro armonioso, con su bata vinotinto, una tímida sonrisa, un agradable todo de voz y armada de mucha paciencia, impartió por dictarme una pequeña cátedra donde me explicó cada una de las categorías, sabores y especialidades de sus productos; por mi parte no entendía nada y tampoco me interesaba saber lo que ya supuestamente conocía: Bebidas Calientes (Espressos, Cappuccino, Filtrados), Bebidas Frías (Espresso Frío, Café Latte Frío, Granizados, Malteada, Nevados, Kick); sólo quería aquello que fuera diferente y que tuviera por nombre “Frapuccino”. Finalmente lo encontré, claro está, allí se llama Nevado.

    El Nevado es una bebida cremosa, con una helada combinación a base de hielo, leche y café, decorada con crema de chantilly, con adición de café normal o descafeinado y viene en los siguientes sabores:

    • Nevado de Café
    • Nevado de Galleta
    • Nevado de Chocolate
    • Nevado de Brownie
    • Nevado de Arequipe
    • Nevado de Fruta: mora, mango y maracuyá
    • Nevado Light: es bajo en calorías y no lleva crema de chantilly
    • Nevado Mocachip



    Por mi parte me sentía feliz, posiblemente no era el Frapuccino original, aquel vertido en un vaso con la imagen impresa de la Melusina[1] de doble cola enmarcada en un círculo verde, pero era tal cual a aquel producto que vi en internet, el mismo tipo de vaso y tapa, la misma apariencia e insumos, todo era tal cual a lo que había leído, visto y anhelado, donde nada importaba así tuviese mi vaso la imagen de un caficultor con su leal amiga la mula. Pero, ¿por qué me sentía feliz?, ¿acaso estaba en Starbucks recibiendo la mejor de las atenciones para sentirme realmente feliz?

    Libros como La Experiencia Starbucks no salen al mercado solo por registrar innumerables experiencias y vivencias dentro de una tienda o cafetín. Libros como este salen al mercado para cautivar nuevos clientes, generando expectativas a partir de una simple lectura donde todo es alegría, sorpresas, buena atención, amabilidad y cordialidad. En respuesta a todas mis inquietudes lo único que resta por hacer es ir a un Starbucks para vivir la verdadera “Experiencia Starbucks”.





    [1] Melusina es un personaje del universo imaginario medieval representado en la iconografía y arte de la época en su morfología feérica de mujer serpiente.